Reportajes
Sexo en personas mayores
Durante muchos años la sexualidad en las personas mayores ha sido un tema tabú. De hecho aun en la actualidad hay quien lo considera algo vergonzoso o fuera de lugar. Sin embargo, los médicos aseguran que se puede y se debe mantener la actividad sexual porque es saludable física y psicológicamente. Sin embargo se sabe que la periodicidad de las relaciones sexuales disminuye bastante entre este núcleo de la población; no existe una barrera clara en cuanto a la edad, pero sí se sabe que entre los 65 y 70 años es menor la frecuencia porque se empieza a pensar que son muy mayores y que ya no es propio de su edad. Las ideas preconcebidas sobre el sexo en las personas mayores suelen ser:- Los mayores no tienen deseo sexual
- Las experiencias sexuales son menos satisfactorias en la tercera edad
- Tener sexo es de 'viejos verdes'
- En la vejez hay más posibilidades de tener desviaciones sexuales
- El sexo es malo para la salud
En definitiva, la discriminación y el machismo también juegan un papel importante en este caso concreto porque si un hombre mayor sigue practicando sexo se le ve como 'macho', pero si lo hace la mujer se le censura y se piensa que es una vergüenza a su edad. Esto no debería ser así y afortunadamente va cambiando esta mentalidad. Por otro lado también hay el estereotipo de “viejo verde”, aplicable a los hombres que, a una edad avanzada, siguen pensando en el sexo como algo deseable.
La mayoría de sexólogos, psicólogos y geriatras le dan una importancia capital al diálogo para solventar las dificultades que entraña la edad avanzada en la práctica del sexo. Es necesario hablar para intentar romper los tabúes, conocerse, saber lo que lo gusta a cada uno, y sobre todo comprender que el sexo no sólo es el coito, hay otras prácticas que pueden ser muy plenas. El comportamiento sexual debe ser más lento, más tranquilo y con más aspectos de excitación, como las caricias, juegos u otras prácticas no coitales. A medida que se va envejeciendo el coito es sólo una parte más del acto sexual, no lo más buscado como suele ocurrir entre los jóvenes.
En general, y desde nuestra cultura mediterránea, los hombres toleran peor los cambios fisiológicos porque han vivido en una época en la que la sexualidad era algo más masculino y centrado en su capacidad coital (la virilidad se centra en el miembro masculino, en la capacidad de erección). Por esta razón, cuando notan que sus erecciones son más lentas y que eyaculan menos, piensan que su sexualidad ha quedado reducida.
Muchas mujeres, en cambio, viven la sexualidad con más tranquilidad tras la menopausia, porque ya no tienen que estar preocupadas por quedarse embarazadas o por la utilización de métodos anticonceptivos. Los cambios fisiológicos que conlleva la menopausia provocan disminución de la lubrificación y menor flexibilidad y fuerza en la musculatura pelviana, lo que puede hacer que se necesite más tiempo para llegar al orgasmo y notar que éstos son menos intensos. Por fortuna, el hecho de que el hombre tarde más en eyacular puede dar lugar a mayor tiempo de disfrute, más tiempo para que la mujer descubra cosas nuevas, en especial si su pareja acepta este tiempo de más como una oportunidad de explorar nuevas formas de practicar el sexo.
Cuando a pesar de todo, hay problemas para la práctica del sexo, teniendo un apareja estable, puede existir un problema sexual que subyace (al igual que en personas más jóvenes) y se recomienda acudir al urólogo, ginecólogo o psicólogo.
La mayoría de sexólogos, psicólogos y geriatras le dan una importancia capital al diálogo para solventar las dificultades que entraña la edad avanzada en la práctica del sexo. Es necesario hablar para intentar romper los tabúes, conocerse, saber lo que lo gusta a cada uno, y sobre todo comprender que el sexo no sólo es el coito, hay otras prácticas que pueden ser muy plenas. El comportamiento sexual debe ser más lento, más tranquilo y con más aspectos de excitación, como las caricias, juegos u otras prácticas no coitales. A medida que se va envejeciendo el coito es sólo una parte más del acto sexual, no lo más buscado como suele ocurrir entre los jóvenes.
En general, y desde nuestra cultura mediterránea, los hombres toleran peor los cambios fisiológicos porque han vivido en una época en la que la sexualidad era algo más masculino y centrado en su capacidad coital (la virilidad se centra en el miembro masculino, en la capacidad de erección). Por esta razón, cuando notan que sus erecciones son más lentas y que eyaculan menos, piensan que su sexualidad ha quedado reducida.
Muchas mujeres, en cambio, viven la sexualidad con más tranquilidad tras la menopausia, porque ya no tienen que estar preocupadas por quedarse embarazadas o por la utilización de métodos anticonceptivos. Los cambios fisiológicos que conlleva la menopausia provocan disminución de la lubrificación y menor flexibilidad y fuerza en la musculatura pelviana, lo que puede hacer que se necesite más tiempo para llegar al orgasmo y notar que éstos son menos intensos. Por fortuna, el hecho de que el hombre tarde más en eyacular puede dar lugar a mayor tiempo de disfrute, más tiempo para que la mujer descubra cosas nuevas, en especial si su pareja acepta este tiempo de más como una oportunidad de explorar nuevas formas de practicar el sexo.
Cuando a pesar de todo, hay problemas para la práctica del sexo, teniendo un apareja estable, puede existir un problema sexual que subyace (al igual que en personas más jóvenes) y se recomienda acudir al urólogo, ginecólogo o psicólogo.
Para ciertas dificultades habituales se pueden proponer soluciones adecuadas, bajo control del especialista adecuado:
También se puede “preparar” la práctica del sexo en función de las limitaciones que tenga la pareja. Por ejemplo:
- Para las mujeres existen unas cremas vaginales o lubricantes para tratar la falta de lubricación.
- También se comercializan terapias con estrógenos locales tras la menopausia, aunque no sólo se usan ante problemas sexuales, sino también para prevenir otras alteraciones relacionadas con la disminución de la hormona femenina.
También se puede “preparar” la práctica del sexo en función de las limitaciones que tenga la pareja. Por ejemplo:
- Si hay artrosis, tomar un analgésico tipo paracetamol que prevenga el dolor por abuso de las articulaciones, además de evitar las posturas que hagan más dolor y potenciar las que faciliten la relación sin dolor.
- En caso de cardiopatía isquémica practicar el sexo de manera que el sujeto pasivo sea el cardiópata.
- Uso de broncodilatadores de forma preventiva antes de la relación sexual, etc.
En cualquier caso...
El sexo consentido entre personas adultas es adecuado y beneficioso, y no hay prácticas buenas o malas por si mismas. Cualquier práctica que haga sentir bien, queridos y deseados es adecuada, sea cual sea la edad.Especialista en Medicina de Familia y Geriatría
Médico Consultor de Advance Medical
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