Centro de Psicología y Terapias Alternativas de Tomares y Sevilla.

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lunes, 4 de noviembre de 2013

La importancia de envejecer activamente

 



23 julio, 2013 Autor: admin

Mercè Pérez Salanova es sicóloga y profesora de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Como investigadora, desarrolla su labor dentro del Institut de l’Envelliment de la UAB. Dirige proyectos de investigación sobre políticas sociales y participación de las personas mayores. Entre 2005 y 2006 dirigió el proyecto “Mujeres mayores, cotidianidad y participación. Estrategias para promover el envejecimiento activo”.

¿Por qué hay que considerar el envejecimiento desde la perspectiva de género?
La perspectiva de género permite identificar las diferencias entre mujeres y hombres mayores y disponer de información sobre esas diferencias, ambos son pasos necesario para estudiarlas y para intervenir. El género está reconocido como un eje de desigualdad transversal similar a la clase social, a la etnia o al país de procedencia. Considerar el envejecimiento desde la perspectiva de género nos permite comprender cómo se configura la desigualdad entre hombres y mujeres mayores, y actuar en consecuencia.

¿Cuál es el perfil de las mujeres mayores en España?
Es popularmente conocido que las mujeres tienen una esperanza de vida superior a la de los hombres. Sin embargo, no se habla tanto de las condiciones en las que viven muchas mujeres mayores durante esos años de vida. Si tomamos como ejemplo la situación de viudez, a partir de los 80 años, más del 70 por ciento de las mujeres mayores tienen una mayor probabilidad de vivir solas. En cambio, entre los hombres más del 60 por ciento siguen casados y viven con sus esposas. Asimismo, hemos de considerar que es cada vez mayor el número de mujeres mayores que inician actividades, que salen de su casa, que se descubren a sí mismas en nuevas facetas y descubren nuevas posibilidades de relación y de actividad.

¿Es peor la calidad de vida de las mujeres mayores que la de los hombres?
Las mujeres mayores definen que su estado de salud es peor que el de los hombres. La percepción de la salud es muy útil para valorar la calidad de vida de las personas, y en el caso de las mujeres mayores pone de manifiesto claramente la desigualdad entre los dos sexos. Conforme avanza la edad crecen las diferencias. La educación juega un papel importante: los hombres mayores tienen mejores niveles formativos, si bien las diferencias se van reduciendo entre unos y otras en las generaciones más recientes de personas mayores. Esto muestra que el envejecimiento se configura de manera diversa según el contexto socio-histórico. En la calidad de vida también son muy importantes los recursos socio-económicos y la discapacidad. En ambos temas, la situación de las mujeres es peor, y esto es crucial entre las mujeres más mayores, las que tienen más de 80 años.

¿Se puede hablar de las mujeres mayores como un colectivo heterogéneo y en situación de desventaja social?
En el colectivo de mujeres mayores se pone de manifiesto la heterogeneidad existente entre las personas mayores, derivada de sus biografías y de las condiciones en las que viven. Las biografías de las mujeres mayores, aunque son diversas, comparten la socialización de género concretada en valores, definición de roles, responsabilidades y relaciones con los otros, en función del sexo. Nacieron, crecieron y vivieron su vida adulta en un contexto dominado por un modelo en el que las mujeres eran las responsables del ámbito doméstico, reproductivo, supeditadas a la aportación de ingresos realizada por los hombres y a sus decisiones. Ese modelo restringía sus oportunidades de acceso a la formación o de elegir a qué querían dedicarse. Se trata de un modelo impuesto que en muchos casos las mujeres han interiorizado, y en otros se han rebelado. Hoy, muchas mujeres mayores subrayan en sus relatos la situación más favorable para las mujeres jóvenes y adultas, comparándola con las condiciones que ellas vivieron. Y también muchas incorporan el valor de la igualdad como algo vigente, ahora, para ellas.

¿Cuáles son las dificultades a las que se enfrentan las mujeres mayores (pobreza, soledad, salud, desigualdad de roles de género, formación…)?
La pobreza, la soledad y la salud expresan de manera contundente las diferencias entre las mujeres y los hombres mayores. La pobreza es una grave dificultad, especialmente entre las mujeres de edad más avanzada, al igual que la soledad. Antes comentaba que las mujeres tienen mayor esperanza de vida que los hombres, pero durante esos años sus ingresos son, a menudo, escasos y muchas viven solas. Entre las mujeres mayores una cuarta parte viven solas, entre los hombres esa cifra se reduce al 10 por ciento. Entre las mujeres de más edad es importante considerar el impacto de enfermedades crónicas que se traducen en dificultades para realizar las actividades cotidianas. Tomemos como ejemplo la artrosis o los problemas reumáticos que están presentes entre las mujeres en una proporción mucho más elevada que entre los hombres.

¿La mujer mayor, en general, en que situación está respecto a la sensación o vivencia de que puede tomar decisiones sobre su propia vida sin supeditarse a otros?
En la investigación que realizamos se puso de manifiesto que las mujeres mayores que participan en actividades construyen tres formas de respuesta ante el modelo tradicional que las sitúa en un lugar supeditado. Para unas, la participación es secundaria a lo que entienden como su responsabilidad principal: la atención a su familia. Para otras, la participación es el resultado de un ejercicio de conciliación. Y la tercera forma de respuesta corresponde a mujeres que se rebelan a la supeditación y ponen en primer lugar atenderse a ellas mismas, estableciendo límites a las demandas de la familia.

¿Quién cuida de las mujeres mayores?
Las mujeres son las principales cuidadoras en las diferentes etapas de la vida, también en el cuidado de las personas mayores. Las mujeres de edad más avanzada a menudo son cuidadas por sus hijas, adultas y también mayores. Actualmente es muy frecuente que coexistan dos generaciones de personas mayores. Respecto al cuidado de las mujeres, hemos de considerar la desaparición del cónyuge o las dificultades de éste para cuidar, derivadas de sus limitaciones funcionales o de la dependencia aprendida. Para muchos hombres mayores las actividades domésticas y el cuidado son tareas desconocidas. Algunos rechazan verse a sí mismos llevándolas a cabo y, por lo tanto, no están dispuestos a aprenderlas. En estas condiciones, la mayor supervivencia de las mujeres es un factor a retener en los cuidados de larga duración. Los servicios que complementan las ayudas y cuidados aportados por la familia no pueden dejar de lado quiénes son los agentes de cuidado.

¿Qué pautas se aconsejan para el diseño de programas que den capacidad y poder a las mujeres mayores para mejorar su posición social?
Es muy importante que las mujeres reconozcan y valoren todo lo que saben, y todo lo que saben hacer. La desvalorización de aquellas actividades humanas que no están inscritas en el mercado tienen un efecto negativo para muchas mujeres, ya que aquello que ha sido central en sus vidas carece de valor. Todo lo que han hecho, y hacen, se diluye en el día a día, no se traduce en “producto”. Simultáneamente es clave que hagan suyos los derechos que tienen. Los programas han de permitir que la variedad de formas a través de las que las mujeres se sitúan ante la participación y las relaciones tengan cabida. Debemos evitar que los programas produzcan entre algunas mujeres una valoración negativa de sí mismas, lo que podría suceder si transmitimos una visión reducida y, a mi modo de ver, simplista, sobre la emancipación de las mujeres mayores.

¿Qué significa el envejecimiento activo en la mujer?
La perspectiva del Envejecimiento Activo, formulada por la OMS, nos aporta muchos puntos de interés en relación con las mujeres mayores. Como punto de partida hemos de recordar que el género es considerado una variable transversal, es decir, que impregna todos los factores que condicionan el Envejecimiento Activo. Dos puntos me parecen especialmente sugerentes. El primero es la importancia que concede al curso de la vida, incorporando tanto el trayecto vital de las personas mayores como la implicación de las diferentes generaciones. Y el segundo, la relevancia de adoptar un enfoque –en la planificación y en cada intervención– que reconozca las fortalezas de las personas mayores, también cuando padecen limitaciones funcionales. Ambos puntos son claves para que las mujeres mayores en la actualidad, y en el futuro, envejezcan, y envejezcamos, activamente.

http://www.imsersomayores.csic.es

 

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