Hasta hace muy poco los científicos nos decían que, por mucho esfuerzo que hiciésemos, las neuronas de nuestro cerebro comenzaban a morir de manera progresiva y significativa con el transcurrir de los años.
Hoy en día el mensaje es algo más esperanzador: los investigadores afirman que nacen neuronas a lo largo de toda la vida, que lo que se deterioran son las conexiones entre ellas y, lo que es más importante, que podemos impedir o retrasar este deterioro si nos implicamos activamente en ello.
Ahí está la clave, ya no somos meros espectadores, parece que algo podemos hacer por alargar la vida de nuestro cerebro. Eso si, ¿estamos dispuestos a ello o nos pueden la pereza y la inercia? De cualquier modo, toma responsabilidad: somos responsables de nuestro propio proceso de envejecimiento y, por tanto, podemos prevenir y retrasar el envejecimiento de nuestro cerebro.
Pero… ¿Cómo?
El prestigiosos neurocientífico español Francisco Mora ha identificado 12 claves para mantener nuestro cerebro lo mas sano posible el mayor tiempo posible. Resumimos aquí sus recomendaciones así como la explicación que ofrece a cada una de ellas.
- Comer menos, pues comiendo más de lo que nuestro cuerpo necesita aumentamos innecesariamente el estrés oxidativo de nuestro organismo, y esto perjudica a nuestro cerebro a largo plazo.
- Hacer ejercicio moderado de manera regular. Además de la evidente sensación de bienestar que produce el ejercicio físico y que todos hemos tenido ocasión de experimentar en alguna ocasión, lo cierto es que la realización de deporte aeróbico contribuye a generar una serie de sustancias que directa o indirectamente acaban potenciando la plasticidad del cerebro y las conexiones neuronales.
- Estrujar el cerebro diariamente. Somos responsables de la activación de nuestro cerebro y, muchas veces, por pereza o desánimo dejamos de lado su entrenamiento con actividades pasivas como ver la tele. Está en nuestra mano emprender nuevos retos (retomar el estudio de un idioma, aprender cosas nuevas, hacer cálculo matemático, etc.) y entrenar así nuestra mente.
- Viajar. Puesto que requiere la vivencia y el aprendizaje de nuevas y enriquecedoras experiencias que, además, suelen ir acompañadas de emociones positivas que nos ayudan a mantener el ánimo y la motivación.
- Vivir acompañado. Rodearse de relaciones personales en las que compartir experiencias y emociones enriquece nuestras vivencias cotidianas, alimenta nuestro desarrollo emocional y nos obliga a entrenar nuestra flexibilidad.
- Adaptarse a los cambios. Es decir, entrenar la tolerancia y aceptar las nuevas realidades que experimentamos tratando de sacar el máximo partido de nuestra situación en cada uno de los casos.
- Evitar el estrés crónico, pues las consecuencias negativas de la liberación prologada de las denominadas “hormonas del estrés” (glucocorticoides) sobre el organismo son devastadoras para nuestra salud física y psicológica. Incluir ejercicio físico en nuestra rutina diaria es una buena forma de descargar el estrés y prevenir problemas asociados.
- No fumar. El hábito de fumar nos hace más propensos a padecer infartos cerebrales y afecta directamente a las funciones mentales pues provoca o acelera la muerte de nuestras neuronas.
- Dormir bien. Nuestras 8 horas de sueño reparador (¡Nunca menos de 7!) son imprescindibles para que el cerebro ponga en marcha procesos de consolidación de los aprendizajes aprendizaje a partir de nuestras experiencias diarias y pueda regenerar sus tejidos dañados.
- Evitar el apagón emocional. Esta acertadísima recomendación del doctor Mora implica que la edad no debe acarrear necesariamente desmotivación y desesperanza- Al contrario, en el proceso de envejecimiento hemos de procurar buscar activamente objetivos y metas que nos generen nuevas ilusiones, implicándonos en proyectos que mantengan viva la “chispa de la vida“
- Ser agradecido. ¿Sorprende este consejo? El agradecimiento es una de las formas de relación social más humanas y que de manera más potente es capaz de generar vínculos emocionales entre las personas. Dejemos los destuctivos rencores atrás y demos gracias por todo aquello que lo merezca.
- Disfrutar de las pequeñas cosas. Esas que no generan necesidades aprendidas sino que nos viene dadas y que tampoco nos cuesta apreciar en el día a día.
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