Características de las personas mayores en Sevilla y Andalucía.
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Sea
cual sea la unidad territorial que consideremos, entre las personas mayores
existe una cantidad relativamente más elevada de mujeres que de hombres.
Siempre ha sido así y continuará siendo.
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El
predominio cuantitativo de la mujer respecto al hombre se incrementa conforme
avanza la edad.
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A
menudo se investiga sobre envejecimiento y se trabaja con personas mayores, por
ejemplo en temas relacionados con la jubilación, teniendo como referencia al
hombre y dejándose en un plano secundario la situación de la mujer.
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En
el segmento de la población de 65 o más años, las personas de edad más elevada
están ganando un enorme peso demográfico en detrimento de las de menor edad.
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No
es igual fomentar el envejecimiento activo, en ninguna de sus áreas (seguridad,
salud, participación o formación), entre las personas al borde de la jubilación
que entre las octogenarias o de mayor edad.
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El
envejecimiento en pareja es comparativamente más frecuente en el mundo rural
andaluz, e incluso en las llamadas ‘ciudades intermedias’ (hasta 50.000
habitantes), que en las áreas muy pobladas (entre ellas las capitales de
provincia). La viudedad en cambio es más común en las áreas urbanas que en las
rurales.
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En
Sevilla como en todas las provincias andaluzas y todos los tipos de hábitats
existe un porcentaje cada vez más elevado de personas mayores casadas y más
escaso de viudas.
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Se
está retrasando el momento de la viudez. Nunca antes en Andalucía tantas
personas habían envejecido en pareja y relativamente tan pocas en viudedad.
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El envejecimiento en pareja
se desarrolla mucho más comúnmente en el caso de los hombres que en el de las
mujeres.
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En la etapa final de la
vida, incluyendo el momento de la dependencia y de la muerte, el hombre dispone
de la compañía y el apoyo de la pareja; la mujer, en términos también
generales, ha de afrontarla en un contexto de soledad o vacío conyugal.
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El
estado civil de las mujeres mayores resulta más heterogéneo en el medio urbano
que en el rural. Las que habitan en las grandes ciudades envejecen
relativamente menos en pareja.
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Las
personas prefieren envejecer en casa, antes que en cualquier otro lugar, aun en
situaciones de dependencia leve o moderada.
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Tiende
a retrasarse el momento en que se abandona definitivamente el hogar propio, sea
para mudarse con familiares o para institucionalizarse.
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Para los hombres lo más común es
permanecer en el hogar propio hasta el día en que se fallece. Para las mujeres,
en cambio, resulta bastante frecuente agotar la existencia teniendo que mudarse
a un domicilio ajeno o bien seguir en el propio pero a costa de vivir en
solitario.
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La sucesión de formas de convivencia, y
con ello la necesidad de irse adaptando a diferentes estilos de vida, es un
aspecto que define al envejecimiento femenino y no tanto al masculino.
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En
general, la vida en solitario de las personas mayores no es indicador de crisis
de la institución familiar, sino de modernización social y quiebra con la
tradición. Se coexiste más pero se convive menos.
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Frente
al resto de alternativas posibles, la vida en solitario tras la viudez
constituye un marco bastante apropiado para el envejecimiento activo.
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Es
una forma de vida que se encuentran mucho más expandida en el sexo femenino que
en el masculino, y que resulta por otro lado más común en el medio rural que en
el urbano.
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Uno
de los hándicaps fundamentales que presentan en la actualidad las personas
mayores en Andalucía es su escaso nivel de estudios.
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Probablemente
nos encontremos ante uno de los principales obstáculos que limita hoy día la
comunicación y las relaciones entre generaciones, sobre todo con una juventud
bastante instruida en términos generales.
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La
falta de estudios, incluso en su dimensión más básica que constituye la lectura
y la escritura, es un problema que afecta mucho más al sexo femenino que al
masculino.
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En
las provincias interiores de Andalucía el déficit de nivel educativo es más
acusado que en las situadas en el litoral, déficit que resulta por otro lado
mayúsculo en el medio rural.
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En
lo que va transcurrido de XXI el nivel de instrucción académica de la población
andaluza ha seguido mejorando. Ocurre así sobre todo con las personas mayores,
hasta el punto de que hoy en día probablemente sean ya más numerosas las que
disponen de estudios (sean del grado de que sean) que las que carecen de ellos.
·
El
nivel educativo de la población andaluza continuará mejorando en las próximas
décadas. A corto plazo serán mayoría las personas mayores con estudios y a
medio plazo será muy notable el porcentaje de las que tengan estudios
universitarios.
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El
desarrollo de este proceso irá disminuyendo las diferencias de nivel educativo
entre hombres y mujeres, que han sido siempre enormes. Incluso es probable que,
entre las personas mayores, el sexo femenino disponga de un nivel educativo
medio superior al masculino.
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La
formación supone uno de los rasgos sociológicos de las personas mayores que más
rápida e intensamente van a cambiar, para mejor, en el futuro: más que su
posición económica o su salud, y constituirá una importante baza en la
expansión del envejecimiento activo.
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